jueves, 3 de abril de 2014

LO QUE ESTÁ EN JUEGO ES CÓMO SALIR DE LA CRISIS

La pobreza en España, y en especial la pobreza infantil, se ha disparado brutalmente en nuestro país hasta llevarlo a ocupar los primeros puestos en la UE. El número de hogares sin ingresos ha pasado desde unos 300.000 a mediados de 2007 a casi 700.000 a finales de 2013. Un total de 11,7 millones de personas (3,8 millones de hogares) están afectadas en España por distintos procesos de exclusión social. Asimismo, 5 millones de personas se encuentran ya afectadas por situaciones de exclusión severa, un 82,6% más que en 2007. No cabe duda de que son los ámbitos del empleo, de la vivienda y de la salud los que más han aportado al aumento de la fractura social.

Saber eso no es nuestra percepción. Tampoco son meras opiniones. Es el resultado de un estudio riguroso recientemente publicado, llevado a cabo por un equipo de investigadores profesionales y, desde Cáritas, no podíamos quedarnos callados ante semejante drama humano.

Tampoco nos hemos sorprendido. Lo comprobamos cada día a pie de calle, lo vivimos de cerca, lo sentimos con quienes sufren los efectos de la pobreza. Cada día en España atendemos a miles de familias en situación de desempleo y sin prestaciones sociales. Estas familias están cada vez más desesperadas, viven en una especie de depresión permanente, hundidas en un círculo vicioso que cada día se hace más difícil romper. No son meras estadísticas ni mezclas de conceptos. La pobreza nos está consumiendo. Punto.

Pese a que este estudio debería abrirnos los ojos y concienciarnos a todos como sociedad, no ha sentado nada bien a quienes prefieren cerrar los ojos y apresurarse a descalificarnos como “provocadores” por dar a conocer esas realidades, menospreciando nuestro trabajo.

Esas en ningún caso son descalificaciones aisladas.  Forman parte de un discurso que, a sabiendas o no, poco a poco se está instalando entre quienes, teniendo responsabilidades públicas, prefieren verlo todo desde un palco, una burbuja, desde un lugar privilegiado a la distancia donde todas estas realidades sociales y familiares no les afecten. Se irritan que les señalen continuamente sus errores. Se encogen de hombros diciendo que nada pueden hacer.

Afortunadamente la ciudadanía no acepta que ese deba ser el único camino posible, como demuestran algunos hechos:

  • Entidades como Cáritas ven incrementarse el número de personas que se acercan a sus puertas para implicarse como voluntarias y como colaboradores.
  • Son muchas las organizaciones ciudadanas que han expresado en diferentes ocasiones que el gasto público en determinados ámbitos, debe ser considerado como una inversión social y no como un gasto a reducir.
  • Se consolidan determinadas iniciativas sociales o de economía solidaria, que dejan de ser prácticas marginales.

Lo que está en juego no es el porqué de esta crisis, sino cómo queremos salir de la misma. En este sentido, la propuesta de Cáritas es la de salir todos y cada uno, juntos y sin que nadie quede abandonado a su suerte y a las injusticias de un modelo que claramente ha mostrado sus debilidades.

No es posible esperar más para llevar a cabo medidas redistributivas que impulsen procesos de cohesión social.

En lugar de decirnos discursos triunfalistas, quienes ostentan responsabilidades públicas deben tener la humildad de reconocer y corregir las cosas que se están haciendo mal y solo asfixian a la clase trabajadora. Es necesario tener la entereza y la valentía de atacar las causas de la pobreza y las desigualdades sociales. No solo se trata de incentivar el empleo digno, sino también garantizar los servicios sociales más básicos y de calidad para toda la población y, sobre todo, para las capas más frágiles que hoy se hunden en la miseria.

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